Tú, cuervo de alas rotas,
que apenas ve.
A ti te designo el poder de la duda
y los años de sombra invertida.
Te dono los besos mal dados,
las caricias mal recibidas,
una noche de sexo mojado
por lubricantes y artificios.
Tú, que esperas bajo el tiempo
con un paraguas cerrado,
te devuelvo los nombres propios,
los viajes malgastados
y una pequeña dosis de suspiros
que fueron reales
hasta que dejaron de serlo.
Por fin abracé la luna
sin tener que levantar los pies del suelo.