mis pinceles

19.8.11

Si no queda satisfecho, le devolvemos el dinero.


Me venderé al mejor postor.
Porque sigo sin creer en mí.

Y me noto más mayor, ¿sabe?
Sí.
Como esas niñas-mujeres que canturrean en la cama
y madrugan para trabajar de cajeras
y sentirse código de barras.
Sí.
Por eso seré de esas 
que vuelven a casa para cuidar del niño,
que se sacrifican después del parto
para ser vistas sin mirar por viejos verdes
y partir la pana en el parque de su barrio.

Sí. De esas que limpian el polvo dos veces por semana
y que polvean con el marido barrigudo en plan sexo salvaje
pero sin serlo, ¿sabe?
De esas que se gastan el sueldo en detergente y cremas cosméticas
y que de vez en cuando llaman a tarotistas
y siempre sale sota de bastos.

O mejor no.
No lo sé.
Puede.
Tal vez.
En fin.