Llueve intensamente.
La lluvia dicta tu nombre, entrecortado,
bajo el silbido del fin del mundo.
Prendo fuego a la casa.
Echo de menos tu aroma.
Echo de menos la furia de tu abrazo.
Echo de menos tu sexo.
Me corro sobre tu ausencia.
Me acojo al vacío.
Bailo con cada farola.
Escucho sirenas a lo lejos.
Corro y no me persiguen.
Fumo por fumar.
Compro llanto.
Vendo miedos.
Hola Marta, tu entrada Miedos, me
ResponderEliminarha causado cierta sensación, no de
miedos sino de arojo amor sexo y
deteminación, propicio para repetir
su lectura, buen poema, gracias.
Besos...
Ángel-isidro
http://elblogdeunpoeta.blogspot.com/
Precioso...petarda.
ResponderEliminarLlamame inculto, pero no veo miedo por ningún sitio, y eso no me parece tan malo, ¿no?
ResponderEliminar[sentida na palavra,
ResponderEliminara própria vida, delicada
frágil, acontecida]
um abraço,
Leonardo B.
Pues no voy a decir que hay que ser tonto para no ver los miedos en ese poema...pero lo pienso. Mmmmmmmmmmmm ... me parece que también lo he dicho.
ResponderEliminarSea como sea, el poema es delicioso. Buen final. Veo que después de la racha de amor sublimador, la angustia por escribir vuelve a llamar a las puertas del alma. A eso se le llama ser poeta por cojones...o por ovarios, en tu caso.
Publicado por el-poeta-que-nunca-escribe-y-toma-té-con-menta-y-se-cree-mejor-que-los-que-escribe.
Bastante buenos tus escrito, te sigo.
ResponderEliminar