Fotografía de Albert Lizasoain
Brevedad en el ruido que transporta el aire. A veces creemos volar con una cajetilla de tabaco en el bolsillo llamada soledad. El peso pesa. La vida también. A veces creemos estar enamorados de sombras efímeras. Es como si la lluvia que nos moja el cabello una tarde de domingo tratara de recitar lo nunca escrito por un poeta. La gravedad empieza a caer en nuestros cuerpos y pesamos más de lo que podemos pesar. Y ahí nos derrumbamos. Es como si el silencio no cesara de hacer ruido con un martillo persistente y sin finalidad alguna. Tratamos de creernos fuertes cuando en cada poro de nuestra piel resuena una melodía con olor a nostalgia.
A veces creemos que esto es demasiado difícil para nosotros. Sólo somos una partícula a oscuras que abrió fugazmente los ojos; aunque solamos pedir deseos a estrellas, también fugaces, que no nos concedan.
A veces creemos que esto es demasiado difícil para nosotros. Sólo somos una partícula a oscuras que abrió fugazmente los ojos; aunque solamos pedir deseos a estrellas, también fugaces, que no nos concedan.