mis pinceles

18.1.11

Carta a un destinatario inconcreto


No sé por qué hago esto. No sé por qué observo el llanto ajeno y me baño en sus caudales, ríos inertes de agua turbia. No sé por qué te busco. No sé por qué aún te busco. Sé que no existes. Sé que, de tanto leer cuentos de amor inventados, me he convertido en un ser quijotesco que va en busca de un Dulcineo platónico, paternalista, con un buen pene y un humor abstracto, como el llanto ajeno en el que a veces me baño. Todo está conectado. O eso dicen algunos iletrados en alta voz.
El caso es que mis dedos escriben esta carta, sin más preámbulos, para que alguien invite a un café a esta señorita el fin de semana. Yo pongo la mala compañía. Prometo ser algo efímero (lo que dure a enfriarse el café). Prometo ser una sonrisa más, una más del montón. Nada nuevo. No prometo amor (que no me gusta regalarlo), ni tampoco algo más. Sólo pido un abrazo, un poeta que recite versos sin sentido, un solitario de mirada altiva que componga melodías a través de sus carcajadas, un hombre culto, de gran inteligencia para compensar mi ignorancia, un filósofo acabado, un pintor sin lienzos, una triste y aburrida sombra que tenga miedo a la soledad. Sólo quiero una tarde soleada, un café, un cigarrillo, una voz nueva que resuene de vez en cuando en mi corta memoria.
Para acabar, daré la información necesaria: soy joven. Un paradigma. Una niñata occidental que sueña con utopías. Una mala creyente. Una rubenesca pincelada. Una aprendiz de golondrina.

3 comentarios:

  1. Pensaba que si lo habias conocido ya...pero es cierto que no.Que iluso soy.

    ResponderEliminar
  2. Me encanta, como tantas otras de tus entradas :)

    ResponderEliminar
  3. Un Dulcineo con un buen pene.
    Me encanta.

    ResponderEliminar